jueves, 30 de junio de 2011

Duendes mágicos.

Por fin ha llegado el verano, el día es más largo y tenemos más tiempo.
Mi hija Inés y yo estábamos deseando encontrar un momento para crear porque desde que nacieron los gemelos hemos ido un poco de cabeza.
Gracias al blog Twins Outside, que me encanta y siempre, siempre despierta mi creatividad, descubrí Disney Family Fun y en seguida nos pusimos manos a la obra.




La amiga del alma de Inés es una forofa de las tijeras así que entre las tres hicimos un buen equipo. Dimos forma a los personajes que nos parecieron más mágicos (15 duendes, 1 unicornio y la reina de los corazones). Alguno se llevó un tijeretazo involuntario y acabó en la papelera..., después jugamos con ellos imaginando que vivían en un frondoso bosque, decidimos que eran duendes de la suerte, les pusimos nombre y vida, los fotografiamos hasta la saciedad (Inés se vuelve loca cámara en mano), y finalmente los repartimos por pequeños rincones de la casa donde irán apareciendo poco a poco.

Dedicamos dos tardes a este juego y disfrutamos muchísimo, además fortalecimos varios aprendizajes:
- Habilidades sociales: Inés compró las cartulinas (las pidió, las eligió, las pagó y conversó con la dependienta).
- Respetar el descanso de los bebés intentando no hacer demasiado ruido pero aprovechando para hacer cosas que no podemos con ellos en brazos (por ejemplo recortar o pegar).
- Practicar la motricidad fina.
- Ejercitar la paciencia.
- Desarrollar la imaginación.
- Un poco de inglés (las instrucciones venían en ese idioma).
- Visión espacial.
- Conocimiento del entorno (elegir rincones adecuados de la casa...).

Seguro que me dejo algo.  Lo más valioso el tiempo que pasamos juntas.




lunes, 27 de junio de 2011

Y tú qué opinas, mamá??

Nuestros hijos quieren saber, preguntan, observan, comentan... pero no se han creado todavía una opinión de las cosas. Están formando su espíritu crítico.
Esperan de nosotros respuestas y guía, nuestros actos, nuestras explicaciones, nuestros silencios... les sirven de base para la construcción de su propio pensamiento.
Tal vez parece que les influimos, pero es que es cierto, les influimos. Y lo hacemos porque es nuestro trabajo de padres. ¿Nos imitan? sí, ¿a quien si no van a imitar?.
Precisamente por eso es tan importante tratarles con respeto, para que lo imiten, lo interioricen y algún día lo lleven a cabo con plena conciencia. Y para que no consientan que nadie les trate de otro modo.
Os trascribo una conversación que tuve el otro día con mi hija de 5 años a propósito de los toros embolados:
Yo- ¿Y tú qué opinas?
Ella- mmmm... ¿qué opinas tú, mamá?
Yo- No, qué opinas tú?
Ella- Es que si no me lo dices tú primero no sé qué contestar.
Yo- Pues opino que los toros embolados bla, bla, bla...
Ella- Ah! Pues yo lo mismo pero no sabía explicarlo.

viernes, 24 de junio de 2011

La buena compañía

La mayoría de mamás tenemos que trabajar sí o sí. Lo más habitual es que sea fuera de casa, pero a veces, algunas afortunadas pueden hacerlo desde dentro, o al menos parte del trabajo.
En este caso puedes esperar a que la chiquillería se duerma y hacerlo cansada, desmotivada y mal. O puedes rodearte de ellos, concentrarte un poco menos pero dar un valioso ejemplo al tiempo que produces.

Y sobre todo, acompañas.



martes, 21 de junio de 2011

Autocensura

La condición de madre no nos convierte en superheroínas.

A veces creemos que podemos llegar a todo, casa en orden, niños atendidos, un trabajo, estudiar una carrera, mantener una vida social activa, comprometerte con alguna causa, cuidar a la hija de la vecina... y no olvidar que tu hija te ha pedido que compres cereales para desayunar, que tu hermano se gradua el día X, que a la perra le toca vacuna, que tu amigo del alma cumple años, llamar al fontanero porque la tubería se ha embozado, entregar la declaración de la renta y pagar el catastro a tiempo para que no te apliquen recargo...

Y aún queremos encontrar tiempo para leer ese libro que nos apetece, escribir un blog y hasta poner nosotras mismas el parquet que tanta ilusión nos hace.

Pero lo peor de todo es cuando llega el final del día y tu hija mayor te pide que bailes con ella en el salón, no te quedan fuerzas y lo sientes en el alma, o cuando te pide que al recogerla de casa de su amiga lleves ese collar tan bonito para enseñarselo, pero se te ha echado el tiempo encima, has salido corriendo y has olvidado el collar, y por el camino vas pensando que has fallado, que eres un poquito peor madre, que va a decepcionarse...

Si le ponemos nombre a ese sentimiento se llama culpa y es terriblemente dañina.

Habrá que hacerse a la idea de que no somos superheroínas sino madres de carne y hueso, que cometemos fallos, que son perdonables y que podemos aceptarnos de ese modo, para que nuestros hijos puedan aceptarnos también. Sin olvidar que pedir perdón cuando nos equivocamos siempre es un acierto.

En mi opinión, una madre atenta y amorosa va por el buen camino, aunque el camino tenga baches.


sábado, 18 de junio de 2011

Encuentro anual de ALE

Soy una férrima defensora de la educación en casa, creo en esta opción fervientemente y defiendo el derecho de las familias que educan en casa de ser legalmente reconocidas.
Para ello trabajamos desde la Asociación para la Libre Educación (http://educacionlibre.org/inicimarc.htm) dando a conocer la opción, apoyando a las familias imputadas y creando red social.
Lo ideal sería normalizar la cuestión hasta el punto de que fuera tan habitual ver familias que escolarizan, como familias que no lo hacen.
Así pues, os invito a participar en el X Encuentro Anual de ALE, está abierto a todos los interesados, aunque no sean socios y este año será especialmente relevante puesto que se llevará a cabo también una conferencia sobre homeschooling, "Educación en el hogar en España y Europa. Pasado, presente y futuro."
El encuentro tendrá lugar en el albergue Serra d'Ador, cerca de Gandia, del 31 de Agosto al 4 de Septiembre.
Para más datos e instrucciones sobre la reserva os pongo el enlace al blog de ALE: http://aleenred.blogspot.com/2011/06/decimo-encuentro-anual-de-ale-y.html


                                      

jueves, 16 de junio de 2011

La tribu

Cuando tenemos un hijo necesitamos apoyo, cariño, confianza... Necesitamos sentirnos cuidadas para poder a su vez cuidar nosotras. Necesitamos tener una tribu que nos sirva de sostén y que nos haya servido previamente de ejemplo.

Un bebé es algo muy tierno que todo el mundo quiere ver, es novedad, es ilusión, y las visitas se suceden una detrás de otra, pero eso no es tribu.

Una tribu es una red bien tejida de manos dispuestas a ayudar, no es la señora que te encuentras paseando al perro y te dice "ay pobrecita, cuánto trabajo tendrás", pero no hace nada. No es la viejilla del mercado que te ve cargada de bolsas y con un bebé colgando y te suelta: "a este niño le duele la tripa" (y ella qué sabe si no le ha visto en su vida!). Tampoco es la enfermera del ambulatorio que se cruza contigo por la calle un día nublado, "niña! ponles la capota que va a llover!!" (pues no me da la gana!). O el conocido que viene a ver a los gemelos por compromiso y confiesa abiertamente que jamás ha sostenido a un bebé en brazos.

No, eso no es tribu. Eso es sólo la parte retrógrada de una sociedad que no confía en tu instinto y tampoco pretende aportar nada positivo.

Tribu es la vecina que oye llorar al bebé y baja a preguntarte si necesitas ayuda. La peluquera del barrio que termina su jornada de trabajo y viene directa a tu casa para ayudarte a bañar a los niños. La amiga que se hace amiga de tu hija mayor para jugar durante horas encerradas en la habitación, mientras tú cuidas de los bebés. La madre que viene a cuidar a la tropa para que puedas dormir una siesta de dos horas. La compañera que llega con la fiambrera debajo del brazo o que ve la fregadera llena de cacharros y no lo duda ni un segundo. El amigo de toda la vida, maletín de herramientas en mano: "qué arreglamos hoy?".

Tribu es la amiga de la vecina de la compañera que no piensa tener más hijos y aunque no te ha visto nunca te regala todas esas cosas que ahora necesitan los niños (hamaca, sillita, andador, trona...), o la amiga que acaba de tener un bebé y te llama para decirte "tenías razón, dormir con tu hijo es un placer...".

Tribu son todos aquellos que te inspiran confianza en ti misma.

martes, 14 de junio de 2011

Mi abuela

Mi abuela siempre decía que tenía que escribir, que tenía que pintar, que tenía que estudiar... Todo lo que se me daba un poco bien tenía que hacerlo incansablemente. Era su forma de motivar.
Cuando nací mi abuela era joven, tengo la imagen de unas piernas tersas con una falda justo por debajo de las rodillas y unos zapatos de tacón prudente. Pero ella lloraba segura de que no me vería crecer.
Por si acaso era cierto procuró estar en todos los momentos importantes de mi vida, y también en los triviales. Pero nunca olvidaba añadir: "cuando yo me muera..."
Y así crecí haciéndome a la idea de que cualquier día no estaría, y por si acaso era cierto me aferré a su presencia para no perderme ni un segundo.
Sus grandes cuidados consistían en pequeños gestos: partía siempre las galletas de chocolate por la mitad, porque enteras eran demasiado, pero luego me daba las dos mitades; preparaba siempre mis platos favoritos, incluso cuando me hice vegetariana y rompí sus esquemas; resoplaba cuando yo no mantenía en la casa el orden que ella esperaba, y mientras resoplaba colocaba todo a su gusto; me pedía que le pintara las uñas como si yo le hiciera un favor sabiendo que me encantaba hacerlo; en las noches de verano siempre me decía "vuelve a las 12 que ya sabes que tu padre quiere que estés en la cama a las 10"; y cuando iban a nacer mis pequeños, "si les das de mamar cuando quieran, les tienes todo el día en brazos y les acuestas a dormir contigo parecerás una gallina clueca, siempre con los polluelos bajo el ala!!" (pretendía disuadirme, pero me halagó...).
Y como era mi pasión, si me pedía que le contara qué me preocupaba, yo se lo contaba, a pesar de ser chica de pocas palabras; si me pedía un mimo, yo corría a sus brazos; si me pedía que recorriera media España para ir a verla, me faltaba tiempo...
Un día me dijo que no quería morir sin conocer un bisnieto, y como siempre he sido incapaz de negarle nada, le di tres. Ellos son el orígen y fundamento de este blog, pero se lo dedico a ella, mi abuelita.